Odio terminar un libro que me gustó mucho, me encariño con sus personajes y los extraño. Eso me paso con “Belle de Jour. Diario de una prostituta”. Ahora la sigo por blog y miro la serie, pero es menos divertido que leer el libro. Si bien, como le contaba a Pol el otro día, es un libro de literatura basura comprado en Av. Corrientes, me hizo pensar mucho (la literatura basura tendrá su reflexión, en breve).
Creo que jamás, a ningún problema, existe una salida fácil. En este caso, Belle (ella no dice nunca su verdadero nombre) comienza a ejercer la prostitución como medio de saldar deudas y ante la imposibilidad de conseguir un empleo acorde a la carrera universitaria que estudio (que tampoco dice cual es, solo lo insinúa). Si bien es obvio que como prostituta se comienza a ganar dinero más rápido que cualquier hijo del vecino que va a una entrevista laboral y espera que lo tomen, (y así pasan sucesivas entrevistas, el tiempo corre y los gastos siguen ahí) los costos y la inversión es muy alta también, así que no es una salida muy fácil.
Miles de graduados van a Londres y otras grandes capitales del mundo, como Belle, a buscar el trabajo de su sueños y solo encuentran puertas cerradas, lo que es muestra del competitivo mundo laboral de los llamados “profesionales” y que el hemisferio norte no es tan perfecto como lo vemos desde acá abajo (por lo menos yo).
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